El crítico de vinos Patricio Tapia y su primera novela: “Para mí escribir es como ir a una fiesta con mi psiquiatra”
Ha publicado decenas de libros, pero este es, al mismo tiempo, el primero. Periodista especializado en vinos y columnista, Tapia es el autor de la reconocida guía Descorchados, pero curiosamente fue la pandemia la que hoy lo tiene lanzando su esperada primera ficción.
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Siempre quiso ser escritor; con vocación y entusiasmo durante su juventud y luego de manera más dispersa en la medida en que fue sumergiéndose en el universo vitivinícola. Hoy ese sueño se hace realidad con Hombres inofensivos (Montacerdos, 2021).
“No espero que sea un bestseller, pero es un hito importante en mi vida: ¡por fin lo hice! Lo tenía súper pendiente y debido a la pandemia pude organizar mi año de manera de mantener estas vidas paralelas. Tengo Descorchados -guía de vinos que incluye a viñas de Chile, Argentina, Uruguay y Brasil, y que se distribuye en Latinoamérica y Estados Unidos- y un par de revistas extranjeras para las que escribo, y con eso estoy”, afirma Patricio Tapia (52).
Además, dice, como ya no necesita viajar tanto, entre enero y junio estará dedicado a la escritura, y luego, durante el segundo semestre de cada año, se concentrará en su oficio de crítico de vinos: “Lo cual también me encanta. No es que pase de ser escritor, a trabajar en una mina sacando carbón. Pero ahora me di cuenta que es posible hacer las dos cosas y eso me tiene muy feliz”.
Cuenta que está escribiendo una segunda novela y que viene llegando de Sao Paulo, donde viajó a presentar Descorchados 2021, edición que en circunstancias regulares debió haber lanzado en abril. Logró viajar a Brasil por una semana, con un permiso especial, y reconoce que fue extraño llegar a un lugar donde los bares estaban llenos y la gente circulando sin mascarillas.
“Nosotros andábamos más cautos, pero la presentación fue un éxito. La gente está aburrida del encierro y por lo tanto ávida de este tipo de novedades”, comenta Tapia. La actividad presencial tuvo un aforo de 20 personas y se transmitió en paralelo por YouTube.
Respecto de la feria anual de la guía especializada, que reúne a cientos de viñas y que convoca a miles de asistentes, espera que este año pueda realizarse: “Tenemos una fecha reservada que nos encantaría ocupar y tiendo a ser optimista, pero tampoco puedo asegurar nada porque ya la hemos pospuesto dos años consecutivos”.
A los 20 años se inscribió en un taller de escritura que dictaba Diamela Eltit y luego quedó seleccionado en un curso de Antonio Skármeta donde fue compañero de otros entonces aspirantes a escritores como Marcelo Leonart, Nona Fernández, Alejandra Costamagna y Luis López-Aliaga.
El taller se dictaba en el Instituto Goethe, y Tapia por esos años vivía muy cerca en la calle Esmeralda, por lo que las sesiones literarias solían derivar en carretes en su departamento. “Lo pasábamos muy bien, fue una época muy linda. Mi plan era ser escritor”, recuerda el periodista de la Universidad de Chile sobre el comienzo de los años ‘90.
En paralelo entró a trabajar como periodista a El Mercurio. Al comienzo escribía sobre bares, pero cuando César Fredes dejó su tradicional columna de vinos, el editor a cargo supuso que Patricio tenía conocimientos al respecto y se la encargó. “Yo no cachaba nada, pero necesitaba la plata y eso me arreglaba la vida. Me empecé a meter en el mundo del vino y me encontré con un planeta maravilloso que me alucinó. Me encantaron la gente, la historia, los personajes”.
Junto con fascinarse entendió que necesitaba especializarse si quería establecer una relación horizontal con sus fuentes, y partió a estudiar un diplomado de degustación y enología en la Universidad de Burdeos, Francia. Si lograba mantener el entusiasmo pasando a un nivel más técnico y en otro idioma, pensó, sería algo más definitivo. Así fue.
El sueño de ser escritor se pidió y empezó a tener doble vida: escribir ficción y dedicarse al vino. En 1998 comenzó con Descorchados, y la balanza se fue inclinando cada vez con mayor peso hacia ese lado.
“Aunque yo estuviera en otra veía a mis compañeros de generación publicando libros y ganando concursos, y me moría de envidia, no sana, envidia negra”, confiesa el autor. Seguía escribiendo, de manera más esporádica, e incluso mandó un libro de cuentos a algunas editoriales: “Creí que me iban a ovacionar, pero me rechazaron. Mandé otro título y tampoco pasó nada. Entonces decidí dedicarme al vino, y que la escritura fuese mi amante: así fue los últimos 25 años”.
“Sentí que me invitaban a una casa no tan grande, pero calientita, y donde además había café”, dice el escritor respecto de la decisión de publicar su primera novela con una editorial independiente como es Montacerdos. También influyó que su editor sea Luis López-Aliaga, su lector y amigo hace décadas, y compartir catálogo con autores que admira como Selva Almada, Federico Falco y Mariana Enríquez, entre otros.
Tapia ha trabajado en Hombres inofensivos a lo largo de los años, y lo que iba a ser un cuento se convirtió en una novela en tres partes que cuenta dos historias familiares que se entrecruzan y donde no existen nombres, lugares ni fechas. Todos esos datos los puede completar el lector a partir de algunas pistas o con su propia imaginación.
Sí hay alcohol en abundancia a lo largo de sus páginas, como si fuese un personaje más. Uno que desata tragedias, que acompaña, que ayuda a olvidar o que le da sentido a la vida. El autor está consciente de eso y lo relaciona obviamente con su otra vida profesional: “En mi trabajo he convivido con muchos alcohólicos, he visto sommeliers alcohólicos con una inmensa fuerza de voluntad y he visto gente destruida también. Es una enfermedad”.
Agrega que siente particular interés por el tema de las enfermedades mentales. “He vivido en pareja, soy papá, he estado cerca de gente bipolar y creo que es como una metáfora extremada de la vida porque a todos nos pasa en alguna medida estar fluctuando. También jugué con esa pesadilla constante que tenemos los papás de que a nuestros hijos les pase algo”.
Cuando su mamá leyó la novela lo llamó preocupada por su estado anímico, cuenta riendo: “Para mí escribir es como ir a una fiesta, pero con mi psiquiatra. Exorcizar algo. Parto con una idea y luego hay cosas que van saliendo solas”. Explica además que algunos de sus escritores favoritos, y referentes, son Richard Yates y Richard Ford, ambos autores de relatos cargados a la oscuridad.
Con 50 años cumplidos, alejado de la ansiedad de ser escritor y debido a las pausas obligatorias que trajo la crisis sanitaria a su trabajo como especialista en vinos, es que Pato Tapia logró reencontrarse con la escritura. “Me da algo de pudor publicar, claro, pero si bien es posible conectar partes de la novela con cosas que he visto o vivido, se trata de una ficción. No tengo ningún tipo de ambición más que retratar mi mundo y esperar que le guste a la gente”.
MÁS: El vino y la pandemia
En el ecosistema del vino también han pasado algunas cosas positivas con la pandemia, rescata el experto. "Estamos ante la presencia de un nuevo mercado que no conocíamos. Un contacto directo entre el productor y el consumidor", dice Tapia.
Entre el encierro y la proliferación de los servicios de delivery, la oferta se ha multiplicado y algunos pequeños productores ya no dependen de un distribuidor. Ciertamente el cierre de restaurantes y hoteles ha afectado a la industria, pero de distintas maneras la mayoría de las viñas han podido sortear la crisis.
Él mismo repartió una producción propia: un Cabernet Sauvignon de Pirque que va en su tercera cosecha. "Entre boca a boca y redes sociales, vendí unas 700 botellas, que para mí es una enormidad, las cuales repartí casi todas personalmente. Si le pones tinca, se puede".